El ambiente otoñal e invernal…
el viento y la lluvia me producen una sensación placentera.
Pensar, imaginar e idear qué están haciendo las personas que conozco en ciertos momentos y cómo se están sintiendo
(tranquilidad, no es algo taan elaborado por cierto… sólo es imaginación momentánea).
Observar el eucaliptus del club de tenis desde la ventana de la cocina de mi casa, especialmente en los atardeceres de aquellos días de verano,
donde hay sol y sopla el viento.
Luce de un color resplandeciente
y se mece con pasividad y tranquilidad al compás de viento.
Escarbar entre los papeles que guardo de antaño,
siempre encuentro algo novedoso en ellos cada verano.
El aroma a tierra húmeda producto de la lluvia,
me dan unas ganas irresistibles de empuñar la tierra en mis manos
y sentir esa humedad.
Subirme a los árboles de mi casa... y quedarme ahí, un buen rato…
un buen rato...
Caminar hacia el campo… caminar y caminar.
Perderme en mis pensamientos.
Cantar, como sea pero cantar... y desahogarme cantando,
por ende… casi gritar.
Ideal es si estoy sola en casa.
No peinarme
Ver sonreír a las personas.
Sentir que algo de lo que hago produce algún bien a alguien.
Gritar de desahogo, algo así como gritar al vacío.
Llorar para desahogarme, después de eso... todo vuelve a su curso normal
Subir a la montaña y observar todo desde ahí… sentir que estoy en altura… sentirme en libertad.
Sentir tu abrazo, protección y compañía... eso sí que me gusta :)